En El Bosque Encantado, Donde La Magia Aguarda
fabula Juan
y Pedro, en el bosque encantado cuento infantil
Érase una vez, en una tierra muy lejana, un lugar místico conocido como el Bosque Encantado. Este bosque no se parecía a ningún otro, donde cada árbol, cada flor y cada pájaro poseía un toque de magia.
En el corazón de este reino encantado, dos jóvenes
amigos, Juan y Pedro, se embarcaron en un viaje cautivador que cambiaría sus
vidas para siempre.
Únase a nosotros mientras profundizamos en la historia de
Juan y Pedro, dos niños que aprendieron valiosas lecciones sobre el poder de la
bondad y las maravillas de la naturaleza.
nestor yaya garzon
Explorando El Bosque Encantado | Frozen
FABULA Juan Y Pedro, En El Bosque Encantado Cuento Infantil
Juan y Pedro eran dos jóvenes amigos y vecinos del campo.
Tenían casi la misma edad. Juan era un niño dulce, amable y justo que nunca
decía mentiras. Amaba a los animales y la naturaleza.
Pedro, en cambio, provenía de padres adinerados que le compraban cualquier juguete que deseara. Pero a diferencia de Juan, Pedro era un niño rebelde, deshonesto y quejoso que a menudo desobedecía a sus padres. Despreciaba los alegres cantos de los pájaros y les decía: "Cállate, me molesta tu horrible canto". Incluso les arrojaría piedras en un intento de silenciarlos.
Trataba a todos los animales de manera similar, y si veía algunas
flores hermosas, las arrancaba y pisoteaba, convirtiéndolas en ruinas. Cortaba
ramas de árboles e incluso les prendía fuego. Cuando sus padres lo regañaban
por su mal comportamiento, él decía: "Cuando sea mayor, me vengaré de
ustedes dos", y continuaba con estas acciones como si odiara a sus padres
y a la naturaleza.
Juan trató de aconsejarle a Pedro que no dañara plantas
ni animales, pero Pedro siempre respondía que era libre de hacer lo que
quisiera, por lo que Juan dejó de insistir, temiendo perder su amistad ya que
Pedro no prestaba atención a lo que decía.
Juan sólo tenía a su madre, pero vivía feliz con ella y
se sentía afortunado. Aunque no eran ricos, nunca pasaron hambre porque su
madre trabajaba duro para asegurarse de que siempre hubiera suficiente en casa.
Un día, Juan se aventuró en el bosque y descubrió árboles que ofrecían deliciosas frutas, otros árboles con hermosas flores y deliciosos aromas y pájaros que cantaban encantadoras melodías. Todo el bosque lo recibió con inmenso amor y nunca antes se había sentido tan feliz. También conoció a una anciana que vivía en una casa hecha de galletas, con techo de chocolate, confeti para puertas y ventanas y caramelos que caían de la casa.
La anciana lo saludó calurosamente y le preguntó su nombre. Juan respondió amablemente: "Mi nombre es Juan", y ella lo invitó a pasar. Ella le ofreció delicias que había preparado y después de que Juan comió todo lo que pudo, agradeció a la anciana por su generosidad. También notó algunas ardillas y le pidió permiso a la anciana para jugar con ellas. Jugaron toda la tarde, corriendo por el bosque, trepando a los árboles y saltando arroyos.
Cuando empezó a oscurecer, Juan le dijo a la anciana que tenía que regresar a casa porque su madre se preocuparía si no regresaba. La anciana le preparó un bonito carruaje tirado por dos burros y lo despidió. También le envió unas ricas comidas y deliciosos chocolates y galletas como regalo a la mamá de Juan.
Cuando Juan llegó a casa, le contó a su madre la maravillosa aventura que vivió en el bosque y le entregó las golosinas de la anciana como prueba de que no era sólo un sueño fantástico. Disfrutaron de todas las delicias y se fueron a la cama, Juan con una dulce sonrisa en el rostro y su madre feliz de que su hijo hubiera regresado y vivido una experiencia tan mágica.
Al día siguiente, Juan se encontró con su amigo Pedro por la mañana y compartió su hermosa aventura en el bosque. Pedro se mostró escéptico al principio, pensando que Juan podría estar mintiendo, pero pronto se dio cuenta de que Juan nunca decía mentiras y finalmente creyó la historia de su amigo. Prometieron volver a verse pronto para jugar como siempre y Juan volvió a casa.
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Por otro lado, sin decírselo a Juan, Pedro decidió explorar el bosque para vivir una experiencia similar. Mientras se aventuraba más profundamente en el bosque, encontró los árboles frutales de los que Juan había hablado. Sin embargo, los frutos eran demasiado altos para que él pudiera alcanzarlos. Pedro decidió continuar su viaje. Encontró unas hermosas flores, pero en cuanto se acercó, se escondieron entre la vegetación y dejaron de emitir sus deliciosos aromas. Pedro no entendía lo que estaba pasando, pero siguió avanzando.
Llegó al lugar donde los pájaros cantaban hermosas melodías, pero cuando llegó Pedro, los pájaros callaron, y él se quedó en completo silencio. El chico estaba desconcertado. Parecía que nadie lo quería allí. Sin embargo, sin prestar demasiada atención a esto, continuó adentrándose en el bosque. Sin saberlo, se perdió y dio vueltas en círculos. Pedro estaba muy asustado, ya que caía la noche.
Este niño, que nunca lloraba, se encontró perdido, incapaz de encontrar el camino de regreso a casa. Se sentó y lloró desconsoladamente, pensando que tal vez nunca regresaría a la casa de sus padres y que tal vez incluso moriría. Después de llorar mucho tiempo, apareció una ardilla, sugiriendo que le mostraría el camino.
Pedro siguió a la ardilla y en poco tiempo llegaron a la casa de galletas y chocolates donde vivía la anciana. Ella le dio la bienvenida y le preguntó por qué lloraba. Pedro le contó todo lo sucedido y la anciana dijo que lo ayudaría a regresar a casa.
Sin embargo, ella tenía una condición: Pedro tenía que prometer algo. Pedro preguntó qué promesa tenía que hacer y la anciana dijo: "Joven, tu corazón parece hecho de piedra y daña todo y a todos los que te rodean. Necesitas cambiar y convertirte en una persona amable y justa, empezando por disculparte con tus padres, tus amigos, los animales y la naturaleza".
Pedro aceptó la condición de la anciana y dijo que haría las paces. También quería regresar a casa inmediatamente, ya que sus padres estarían muy preocupados por su ausencia. La anciana aceptó el compromiso de Pedro y rápidamente pidió un carruaje tirado por dos burros para llevarlo a casa. Antes de irse, ella lo invitó a regresar con su amigo Juan después de que cumpliera su promesa, para que pudieran disfrutar de aventuras mágicas cuando quisieran.
Pedro se despidió educadamente de la anciana y regresó a
casa, sintiéndose aliviado.
Sus padres estaban encantados de verlo de regreso, ya que
estaban preocupados de que le hubiera sucedido algo terrible. El joven Pedro
abrazó a su madre y a su padre, disculpándose por su comportamiento pasado
ellos no sabían a que se debía este repentino cambio de Pedro, pero lo
aceptaron encantados.
Después de eso, el niño se dirigió a un sendero cercano y
se disculpó con las plantas, los animales y toda la naturaleza. Luego buscó a
todos sus vecinos, amigos y especialmente a Juan, y también les pidió
disculpas.
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Luego de cumplir estas promesas, regresó a casa, cenó y
se fue a la cama con una gran sonrisa en el rostro. Era como si hubiera
renacido. A la mañana siguiente buscó a Juan y le contó toda su experiencia por
ser su mejor amigo. También le contó a Juan sobre la invitación de la anciana
para que visitaran el bosque cuando quisieran. A partir de ese día, estos dos
niños pasaron más tiempo en el bosque encantado que en sus propias casas.
Continuaron así durante toda su vida, dejando un mensaje
para todos los niños y niñas que se portaban mal: que reflexionen y cambien sus
costumbres, porque nunca es demasiado tarde para hacerlo y así vivir una vida
maravillosa.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Este cuento fue inventado por Néstor Yaya Garzón y a diario invento historias similares, así que,
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