martes, 24 de febrero de 2015

La gran Guerra-Primera Guerra Mundial-El Tiempo

La gran Guerra-Primera Guerra Mundial-El Tiempo

El mundo cambio por completo después de esa tempestad de acero que fue  la primera guerra mundial ya que se despertó el odio entre naciones europeas y muchas cuentas quedaron por cobrar, así es que no se puede decir que hubo dos guerras sino la primera y la segunda parte, pues la segunda guerra mundial fue consecuencia de la primera.

El año 1914 se inicio de una forma muy natural, en calma con la apariencia de que el mundo había llegado a un punto de estabilidad, sin hambre, ni peste, ni guerra pero la chispa estaba lista para que estallara el polvorín.


Era primero de enero de 1914 y parecía que ese año que apenas empezaba iba a ser uno apacible y feliz. Incluso las estrellas destilaban optimismo ese día, con Marte y Poloux brillando desde muy temprano en el cielo del norte. Varias naciones europeas pasaron maravilladas la nochevieja con el estreno del Pasifal de Richard Wagner, que durante dos décadas había sido objeto de un severo veto de su autor para que no se tocara por fuera del Teatro del Festival de Bayreuth.

Pero ya era 1914, desde las 0 horas, cuando sonaron las primeras notas del preludio de la opera El veto había caído: en Berlín, en Bolonia, en Praga, en Budapest, en Roma, la música sonó. 

En Barcelona se hicieron los sordos y empezaron media hora antes, a las 23:30 del 31 de diciembre de 1913: que más daba ya pronto sería un nuevo año para todos, un gran año. 

El periódico estadounidense The Evening News dijo en su editorial “No ha habido tantos años en que los que los augurios de un buen año fueran tan brillantes como este” hoy sabemos que debajo de esta ingenua placidez dormía un volcán a punto de estallar en mil pedazos, y que muy pronto su lava se iba a desbordar sin que nadie pudiera hacer nada para evitarlo.

Se ve en las de los que fueron a la guerra: la incredulidad y el aturdimiento, la nostalgia por el mundo que se les iba entre las manos La Belle Epoque dejaba de serlo, la calma de la víspera era la que antecede a las tormentas. La calma,  el temporal, la tempestad. Tempestades de acero.

¿Qué ocurrió? ¿Cómo es posible que un mundo que parecía instalado para siempre en sus conquistas y en sus triunfos se saliera de cause, hasta el desastre? En lo que iba corrido del siglo XX había habido conflictos y problemas, sin duda siempre los hay. Pero parecía que por fin la humanidad había llegado a la” altura de los tiempos”, a la cima: la ciencia, en la política, en el arte, pocas veces las cosas habían estado mejor. Como dijo José Luis Comellas: sin hambre, sin peste y sin guerra.

Solo que tanta dicha pendía de un hilo: del sutil equilibrio que las potencias europeas. Dueñas del mundo y enemigas históricas, habían logrado durante el siglo XIX ese “siglo largo” del que hablaba Eric Hobsbaum, y que según él empezó en 1789 con la revolución francesa, y termino en 1914, justo con el inicio de la Gran Guerra.

El siglo de la industrialización y la consolidación de los imperios coloniales. El de la exacerbación de los nacionalismos. El siglo de Marx y de Nietzsche, de Dickens y Garibaldi. De Bismark y de Rosa Luxemburgo.

Desde el congreso de Viena, en el que las grandes monarquías de Europa, de 1814 a 1815, desdibujaron su mapa ante la derrota de Napoleón Bonaparte, la historia política y diplomática del siglo XIX fue una sucesión agotadora de asambleas y congresos internacionales en Verona, en Paris, en Londres, en Berlín para garantizar la paz y el equilibrio en el sistema. Como en un juego de naipes, o de ajedrez, en el que los dueños del mundo se lo repartían a golpes de audacia y sigilo.

Pero si en el plano político la doctrina de Viena era conservadora y buscaba la restauración del viejo orden, o por lo menos su invocación nostálgica, como el fantasma que era, en el plano social, económico, y cultural, nuevas fuerzas se abrían paso y encontraban a codazos una grieta y un pedazo de luz.

Eran fuerzas muy dispares, además: la de la burguesía triunfante, verdadero motor de la industria, el imperio y el capitalismo; la de los pobres del mundo revelados contra la industria, el imperio y el capitalismo.

La de los anarquistas y los liberales, y los reaccionarios, y los socialistas, y los poetas, y los nacionalistas, y los románticos, y los opiómanos. La de aquellos que creían que su patria se merecía  por fin un Estado, e incluso la de aquellos que creían que su Estado se merecía por fin una patria, por que no. Revueltas por doquier y guerras que se hacían para que no hubiera guerras, imperios bajo cuya sombra se retorcía un enjambre de pueblos e intereses que no siempre eran los mismos. Ni su lengua ni su religión ni du pasado.

Los imperios del momento de los viejos imperios coloniales, el de Inglaterra era el único que sobrevivía de verdad, invicto y opulento: dueño y señor del mar su capital era entonces- y lo fue durante mucho tiempo mas- la capital del mundo. Así que su política fue siempre defensiva, buscando el equilibrio en el continente europeo y cuidando, eso sí, que nadie se le ocurriera tocar sus posesiones  de ultramar. Mas ahora que España, Portugal y Holanda se habían hundido; ahora que eran un recuerdo y un escombro.

El Káiser Guillermo II quien era el líder del imperio
Alemán y sobrino de la reina Victoria

Pero el problema estaba en el centro y en el este de Europa, donde aun humeaban como brasas las huellas de los ejércitos de Napoleón; huellas que borraría Bismarck. Allí Rusia buscaba acrecentar su poder- y lo hiso- a costa del Imperio Otomano, que sin embargo había sido el incomodo garante, durante cuatro siglos, de la estabilidad imposible en los Balcanes.

Pero los búlgaros querían su independencia, y los serbios, y los rumanos, mientras Austria mostraba impotente sus manos cansadas, ahora que el poder estaba en Berlín y no en Viena.

Aunque todos los países salieron perdiendo en esta guerra, la peor parte la llevo Rusia que perdió muchos soldados en una guerra que en nada la beneficio y por el contrario creo el descontento entre sus nacionales.

Esta historia continua en el siguiente articulo relacionado.




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