sábado, 9 de mayo de 2020

Cuento Vasalisa y Baba Yagá.


Un Cuento Sobre El Valor De La Sabiduría

 

Cuento Vasalisa Y Baba Yagá 


Cuentan los abuelos que en las montañas de la antigua Rusia hace mucho tiempo existió una pequeña campiña habitada por una joven pareja de esposos y su pequeña hija,  quién llamaron Vasalissa,Cuentan los abuelos que en las montañas de la antigua Rusia hace mucho tiempo existió una pequeña campiña habitada por una joven pareja de esposos y su pequeña hija,  quién llamaron Vasalissa, cuando la niña contaba con 7 años, la madre se enfermó gravemente.

 
 
Una noche, ya moribunda, llamó a Vasalissa a su lado, sacó de la colcha de lana a una muñeca vestida de muchos colores y le dijo: toma esta muñeca, amor mío. 
 
Si alguna vez te pierdes en el bosque o necesitas ayuda, pregúntale a ella lo que tienes que hacer.  Verás que nunca te dejara sola, cuídala mucho.


 Una vez dicho esto,  la madre murió, dejando a Vasalissa y a su padre muy acongojado. Pasados Algunos años, sin embargo, el padre se volvió a casar, esta vez con una viuda que tenía dos hijas.
 
 
Las tres mujeres aparentaban ser muy amables y consideradas delante del buen hombre, pero cuando se quedaban solas en casa con la niña,  la obligaban a hacer oficios pesados y se burlaban de ella.

Un día, mientras Vasalissa estaba en el bosque cortando leña, la madrastra, que odiaba a la pequeña, les habló a sus hijas de un malvado plan que tenía en mente como con el que pensaba deshacerse de ella: le haremos creer a Vasalissa que la casa se ha quedado sin fuego.

Así,  la enviaremos al Bosque para que vaya a ver a la bruja Baba Yagá y le supliqué que nos dé una llama.

Una vez halla, la vieja la encerrara en su casa, obligándola a hacer oficios pesados para siempre. 
 
 
Las hermanas, quedaron complacidas con la propuesta, se apresuraron a apagar el fuego de toda la casa, de tal manera que cuando Vasalissa regresó, preocupada al ver la casa a oscuras, le preguntó a su madrastra: que ha pasado cómo cocinaremos como iluminaremos la casa. 
 
Qué tonta eres le contestó la madrastra alguien debe ir al bosque para pedirle a la bruja Baba Yagá que nos de fuego.

No puedo hacerlo porque soy vieja y mis hijas tampoco, porque tienes miedo. Así,  queridita, sólo quedas tú para ir, Vasalissa se puso entonces en camino, no sin antes guardar en el bolsillo de su delantal la muñeca que su madre le había regalado.

A medida que se adentraba en el bosque, este se hacía cada vez más oscuro y el camino se tornaba confuso. Empezó a sentirse extraviada, sacó la muñeca de su bolsillo, para que le mostrará el camino.

En esas pasó por su lado un hombre montado en un caballo blanco y se hizo de día. Más adelante, pasó otro montando en un caballo rojo y salió el sol. 

En el momento en que llegaba a la choza de Baba Yagá pasó un jinete sobre un caballo negro y luego se hizo la noche. Vavalissa le preguntó a su muñeca si esa era la casa que buscaba y está respondió afirmativamente. 
 
 
No alcanzaron a acercarse cuando Baba Yagá salió a la puerta y preguntó a gritos:  Que quieres, niña impertinente cómo te atreves a venir a mi casa, Abuela, dijo Vasalissa vengo a rogarte que me des un poco de fuego, en mi casa hace mucho frío.   
 
Está oscuro y no tenemos manera de cocinar.

Si seguimos así mi familia morirá. 
 
Y, si ya te conozco replicó Baba Yagá. has dejado que se apagará el fuego y eso es una imprudencia. Además, qué te hace pensar que yo te daré la llama. Me la darás porque yo te lo pido contestó Vasalissa, aconsejada por la muñeca.
 
Tienes mucha suerte, Pues esa es la respuesta correcta dijo Baba Yagá, sin embargo, no te puedo dar el fuego hasta que hayas trabajado para mí, esta noche y mañana durante todo el día.

Lava la ropa, barre el patio, limpia la casa,  prepara la comida, separa el maíz dañado del maíz bueno y cuida que todo esté en orden si haces todos esos trabajos, tendrás el fuego.

Si no, hija mía, te obligaré a ser mi sirvienta para siempre.  Regresaré mañana en la noche para revisar lo que has hecho.
 
 
En cuanto se fue Baba Yaga montada en su escoba, Vasalissa le preguntó preocupada a su muñeca si podría cumplir con todas las tareas asignadas por la bruja.

Ella le respondió que sí, que se encargaría de todo qué podría ir a dormir tranquila.  Vasalissa  así lo hizo, no sin antes darle un poco de comida a su fiel compañera.

A la noche siguiente, la bruja regresó y vio que todo estaba hecho, satisfecha en cierto modo, le dijo despectivamente a Vasalissa que había hecho un buen trabajo.
 
 
Aprovechando que Baba Yagá se veía de buen humor, Vasalissa le dijo:  puedo hacer unas preguntas? abuela, pregunta replicó la bruja, Pero recuerda que un exceso de conocimientos puede hacer  envejecer prematuramente a una persona.

Vasalissa le preguntó, entonces, Quién era el hombre del caballo blanco que había visto en el camino.  Ah contestó la bruja, con afecto. 
 
  Ese es mi día. 
 
Y el del caballo rojo preguntó la niña.
 
Ha ese es mi sol naciente.
 
y el caballo negro.
 
Ha, Ese es mi noche.
 
Te comprendo dijo Vasalissa vamos,  niña no quieres hacerme más preguntas dijo la bruja.

Vasalissa estaba a punto de preguntarle otras cosas, pero en ese momento la muñeca empezó a saltar arriba y abajo en su bolsillo. Entonces la niña dijo no,  abuela. Tal como tú misma lo has dicho, el saber demasiado puede hacer envejecer prematuramente a una persona.

Dijo la bruja, tienes una sabiduría impropia de tus años. Cómo es posible que seas así? gracias a la bendición de mi madre contestó Vasalissa sonriendo.

La bendición chilló Baba Yagá. En esta casa no necesitamos eso. Será mejor que te vayas. 
 
Pero antes, toma esto le dijo,  entregándole un cráneo encendido por dentro, aquí está el Fuego que buscabas.

Vasalissa, entre asustada y feliz, regreso corriendo a casa a través del oscuro bosque, siguiendo las curvas que le iba indicando la muñeca.
 
 
Cuando llegó, la madrastra y sus hijas corrieron a su encuentro,  fingiendo estar alegres delante del padre. 
 
Sin embargo, cuando la niña encendió el fuego, el padre alcanzó a ver las miradas malévolas e hipócritas de su nueva esposa y sus hijastras hacia Vasalissa.   
 
Adolorido e indignado,  les pidió que se fueran de la casa.

De esa manera, cuentan los viejos, Vasalissa y su padre y por supuesto, la muñeca juntos vivieron  felices en la pequeña campiña para siempre juntos y nunca más volvió a faltar el fuego.


Esta historia fue basada en el libro grandes enseñanzas del Periódico Hoy que fue publicado hace algunos años.

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