UNA MINA DE ESMERALDAS Seremos Ricos:
hombres y guacas
en el occidente de Boyacá.
Creyendo que era una
esmeralda, su familia se embarcó en la ilusión de la riqueza. Sin embargo, tras
llevar la piedra a un supuesto experto, comenzaron las decepciones y la verdad
salió a la luz.
La historia revela cómo la
ambición llevó a engaños y estafas, creando una farsa sobre una mina de
esmeraldas que atrajo a multitudes y causó caos en el pueblo. Una lección sobre
la importancia de la honestidad y la precaución en la búsqueda de tesoros.
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Esta historia que relato a
continuación es verídica y tuvo lugar en un pueblo de Boyacá, Colombia. No
mencionaré el nombre de dicho pueblo para evitar nombrar a las personas que
intervienen en la historia, y para contarla, los nombres de los personajes
serán cambiados.
Bien, comencemos esta
historia. Esto le sucedió a un amigo al cual llamaremos Carlos, de un municipio
de Boyacá. Según él, cuando tenía 8 años vivía con su padre, hermanos y
hermanas mayores y menores que él, en una vereda de dicho municipio.
Un día, el padre de Carlos don Laureano le dijo a él y a su hermano menor, al cual llamaremos Francisco,
que fueran hasta una tienda de la vereda y compraran un kilo de sal, una panela
grande, fósforos, media libra de manteca, un kilo de harina de trigo, 2 libras
de arroz y una libra de café, les dio dinero suficiente, diciéndoles que con lo
que sobrara del encargo, podían comprar alguna golosina, y les pidió que no se
demoraran porque era para hacer el almuerzo.
Los dos niños, muy
juiciosos como siempre, fueron muy rápido por el camino largo, donde la ida y
regreso les tomaría aproximadamente 1 hora y 30 minutos.
Cuando llegaron a la
pequeña tienda, le dijeron al señor que atendía, al cual llamaremos don
Fabricio, que el padre les había dado una lista con los víveres que debían
comprar y que ahí le entregaban también el dinero. Y que el papa Les dijo que
con los vueltos del dinero les dijera "qué podían comprar de golosinas".
Don Fabricio de inmediato se dispuso a bajar de la pequeña estantería todo lo que enumeraba la lista y empaquetó en dos bolsas de papel para que entre los dos niños pudieran llevarlas.
Cuando terminó de empacar, tomó el dinero y les dijo que lo que les
quedaba solo alcanzaba para dos paquetes de galletas o para 10 confites o, si
lo preferían, para dos chupetas de dulce. Los niños optaron por las chupetas.
Se despidieron de don
Fabricio, o sea, el tendero. Él le mandó saludos a su padre a don Laureano. Luego, cada uno de
los niños desenvolvió la chupeta y se dispusieron a disfrutarlas. Tomaron cada
uno un paquete y salieron rumbo a casa.
Cuando iban llegando a casa, por el camino empedrado que pasaba por la finca de propiedad del padre de ellos, Carlos, se puso a mirar al piso.
De pronto, entre tanta piedrecilla, observó una piedra que tenía un color diferente al resto. La recogió y llamó a su hermano Francisco, que iba un poco más adelante, y le dijo: "Mira esta piedra tan rara que encontré".
Como no sabían qué era, la llevaron a casa y se la mostraron a
su padre. Él la observó y dijo: "Parece ser una esmeralda, tiene un color
verde intenso". No le dio mucha importancia y la guardó en una cajita
metálica donde guardaba el dinero, y la cerró con un pequeño candado.
El olvido de la piedra preciosa
Como durante dos años no se volvió a tocar el tema de la esmeralda, quedó guardada. Solo el padre la veía cuando tenía que sacar o meter dinero en dicha caja.
Un día, mientras Carlos y su hermano Francisco estudiaban en una escuela en el casco urbano del pueblo, Carlos se puso a comentarle a un amigo, al cual llamaremos Raúl, compañero del salón de clase del grado segundo de primaria, que hacía tiempo él junto a su hermano Francisco se habían encontrado una piedra muy extraña de color verde. Y que el padre de Carlos es decir don Laureano la tenía guardada en casa.
En la noche, cuando llegó a su casa, Raúl efectivamente le preguntó a su papá, es decir, a don Martín para saber qué era, Raúl le dijo su papa, que un compañero de clase de nombre Carlos, hijo de don Laureano, le había contado que se había encontrado en un camino de la vereda donde vivían, una piedra muy rara de color verde intenso. Le había preguntado si él sabía qué sería o cómo se llamaba esa piedra.
El asintió con la cabeza y dijo creo que es una esmeralda y le dijo a Raúl su hijo. llévele una razón por medio de Carlos su amigo que le dijera a su papa que quería dialogar con don Laureano, y que si podían ver el día de mercado en el pueblo, porque le iba a proponer un negocio con esta piedra verde y que por favor la llevara ese día.
Carlos le dio la razón a su padre, así pasó, y don Laureano convino que se encontrarían el día de mercado con don Martín para hablar de dicha piedra y del negocio propuesto por el papa de Raul.
Efectivamente, a los tres
días correspondía el día de mercado en el pueblo. Es cuando los campesinos llevan
su cosecha y animales a vender al pueblo, y de paso se abastecen de provisiones
para toda la semana.
Ese día como eso de las
diez de la mañana don Laureano,
según lo acordado, llevó esa piedra verde al pueblo y buscó a don Martin en el lugar convenido.
El dicho dice pueblo chiquito infierno grande
Lo bueno de un pueblo es que todos los pobladores se distinguen entre sí, así que es fácil saber a quién debe uno buscar, y a la media hora y un poco retardado de la cita llegó don Martin.
Se saludaron muy cordialmente y, después de preguntarse cómo estaban de salud el y la familia y ciertas cortesías de costumbre, don Martin le dijo a don Laureano: "Tengo sed, ¿por qué no vamos a esa tienda y nos tomamos una cerveza?".
Don Laureano estuvo de acuerdo, y juntos llegaron a la tienda, pidieron cervezas y, al mismo tiempo, don Martin le comentó que estaba enterado de la piedra verde, que en verdad podría ser una esmeralda, una piedra preciosa que se consigue en las montañas del departamento de Boyacá Colombia y reconocida por su belleza y alto valor en todo el mundo.
Don Laureano sacó la piedra verde de un bolsillo de su vestido y se
la entrego a don Martin. Este al tomarla en la mano y apreciar su pureza,
abrió los ojos con sorpresa al ver la esmeralda que tenía en sus manos
y rápidamente disimuló su asombro para que Don Laureano no notara la
calidad y el alto valor de esta esmeralda.
Don Laureano le confesó a don Martin que él ya sabía que esa
piedra era una esmeralda pero no sabia que valor podía tener.
Don Martin con frialdad respondió:
"Sí, pero creo que es pura morralla". Cuando se menciona morralla en
el contexto de esmeraldas, se refiere a una piedra sin valor, algo así como escoria.
Dijo que había que llevarla a un laboratorio en la capital para que la analizaran para saber si en realidad si era una esmeralda,
Don Laureano
estuvo de acuerdo en que fuera llevada a un laboratorio en Tunja, la
capital de Boyacá, para un estudio.
Y acordaron encontrarse en
ocho días, en el próximo día de mercado del pueblo, para conocer el informe del
laboratorio.
Se despidieron y cada uno
se fue a atender sus propios asuntos.
Transcurrió el tiempo y
ocho días después, en el día de mercado del pueblo, se reunieron los dos amigos.
Como siempre después de los saludos habituales, don Martin sugirió tomar algo para
hablar del asunto. Mientras disfrutaban de unas cervezas, don Martin compartió noticias regulares sobre la esmeralda.
Y dijo que el laboratorio todavía no había estudiado la piedra porque les faltaba disque un aparato que debían
traer de Bogotá, la capital de Colombia.
Por lo que acordaron
encontrarse nuevamente en el día de mercado cuando tuviera los resultados.
Después de esta charla, cada uno siguió con sus asuntos.
Pasaron días, semanas y
meses y don Martin no se comunicaba
con don Laureano pero de pronto Carlos le pregunta a su padre, ¿Qué ocurrió
con la piedra verde? el papa le explico que se llama esmeralda y que la mandaron a un laboratorio porque según
don Martin no parece tener ningún valor,
pero que de ser autentica la esmeralda podrían costar una buena suma de dinero en el mercado,
pero que don Martin no daba la cara para saber que paso con esa piedra y aprovecho
para mandarle una razón con su hijo para que se vieran el día de mercado en el
pueblo.
La desilusión finalmente llaga.
Don Laureano se despidió de don Martin guardó los trozos y los llevo a casa muy desilusionado, notando que no tenían el color intenso de la otra piedra posiblemente había cambiado la esmeralda. Aunque sospechaba de la estafa de don Martin, decidió no confrontarlo ni hacerle un escándalo.
El tema quedo olvidado por
un corto tiempo, pero después, se corrió el rumor, de que se había descubierto
una mina de esmeraldas de buena calidad donde muchas personas se estaban enriqueciendo
con la venta de aquellas esmeraldas extraídas de esa mina cerca de la finca de don Laureano. Al enterarse familias enteras ilusionadas de salir de
la pobreza con un golpe de suerte empezaron a llegar al sitio para excavar en
la zona, es decir en el camino donde Carlos
y su hermano Francisco se encontraron la esmeralda.
Al principio, el padre de Carlos y Francisco no veía problema en
dejar que las personas probaran suerte y buscaran esmeraldas en su finca.
La broma que no puede faltar en esta historia.
¡Incluso las dos hermanas mayores de Carlos se unieron a la fiesta! En plena noche, cuando ya no quedaba ni un alma de los buscadores de esmeraldas, una de ellas, armada con una pala, rompió una botella verde de esas de champaña.
¡Pero eso no fue todo! Con una risa
traviesa, comenzaron a enterrar los pedazos de vidrio, dándoles la forma de una
veta de esmeraldas, cubrieron y apisonaron la tierra con destreza.
Al día siguiente, cuando
los mineros regresaron para seguir excavando, ¡ luego de un par de horas se encontraron con la sorpresa
de su vida! Descubrieron los supuestos tesoros verdes enterrados. Llenos de
emoción, llevaron el lodo "precioso" al río para lavarlo y revelar
las tan ansiadas esmeraldas. Sin embargo, la felicidad fue efímera. La
desilusión llegó cuando se dieron cuenta de que eran simples trozos de vidrio.
¡Vaya sorpresa!
El misterio persiste, ya
que nunca descubrieron quién fue el genio detrás de esta travesura con vidrios
verdes.
Comienza el drama para el papa de Carlos y Francisco
Pero luego comenzó a
llegar bandadas de personal de municipios cercanos que se enteraron de la mina
de esmeraldas, que incluso llegaron a enfrentarse unos contra otros por que
unos invadían el corte de otros, después de varias incidencias, y conflictos
entre los buscadores de tesoros, don
Laureano tuvo que llamar al alcalde para intervenir con un despliegue policial,
pero las personas insistían en que los dejaran excavar para probar suerte y se metían
a la fuerza.
Como nada de esto dio
resultado el papa de Carlos para
desanimar a los visitantes, convenció al alcalde para que emitiera un
comunicado y que se difundiera un mensaje en la emisora del pueblo,
desmintiendo la existencia de esmeraldas en la supuesta mina, y la situación se
fue calmando de apoco.
Se descubre El robo de la esmeralda
Y los dos trozos de piedra que le devolvió Martin a don Laureano en realidad no tenían ningún valor pues eso lo confirmo un verdadero experto en esmeraldas al que se le consultó.
El tal señor
Martin al poco tiempo adquirió muchas propiedades entre fincas, casas y una lujosa camioneta
nueva, convirtiéndose en una figura adinerada del pueblo.
Pero todos en el pueblo se
preguntaban de donde saco tanto dinero ese tal Martin, si todos sabían que era muy
pobre, Sin embargo, transcurrieron los años y en el presente, Carlos cree que el tal Martin esta enfrentando problemas
legales y perderá su riqueza y será detenido en una cárcel, por múltiples
denuncias de estafa en su contra.
La moraleja de la historia
es que la ambición puede llevar a la ruina.
Y un dicho popular dice que:
el que con lo ajeno se viste en la calle lo desnudan.
Hasta aquí llega esta
corta y curiosa historia de Esmeraldas, estafas y ambiciones. Si sabemos noticias nuevas
de don Martin aquí se las estaremos
contando.
Mina de esmeraldas
en Chivor, Boyacá (video de YouTube)
Así se vive de las
esmeraldas en Boyacá
Giraba alrededor de las
familias que poseían las minas ricas en esmeralda y causó la muerte de al menos
1.200 personas, algunas de ellas después de haber sido víctimas de
torturas. Así Se Vive De Las Esmeraldas En Boyacá
Gracias por leernos.
nestoryayagarzon.blogspot.com
Soy Néstor Yaya Garzón
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