CINCO POLLITOS TIENE MI TIA - Cuentos Historias y Anécdotas
Cinco pollitos
tiene mi Tía;
uno le salta,
otro le pía,
y otro le canta
la sinfonía.
Éste toca el tambor,
¡pom, pom!
Éste la guitarrita,
¡rom, rom!
Éste los platillos,
¡chin, chin!
Y éste la campanita,
¡tilín, tilín!
Esto paso con los 5 pollitos de esta historia. Recuerdo que un lunes en el pueblo que era día de mercado, nos encontramos a nuestro tío Jesús en la plaza de mercado y lo saludamos muy cordialmente a lo que el respondió “Que hay chinitos”, y nos pagó 30 pesos de unos jornales que nos debía, es decir que habíamos trabajado en su labranza hacia algunos días, y nos dijo: “no se vayan a malgastar la plática, si quieren compren unos pollitos aquí en la misma plaza que son baraticos.
Así lo hicimos, compramos 5 pollitos y los llevamos para la finca, donde los cuidábamos con mucho cariño, les dábamos maíz partido y agua, le hicimos una casita en madera donde los colocábamos en la noche para que durmieran y estuvieran seguros.
Cuando nos era posible los llevábamos para el corte de labranza en carretilla donde se podían alimentar de insectos y sobras de la cosecha anterior, y en la tarde los recogíamos y los regresábamos a la casa, la pasábamos muy divertidos con ellos.
Los pollos fueron creciendo y se convirtieron en adultos, nos dio alegría cuando comenzaron a cantar y uno de ellos nos cogió mucha confianza y andaba con nosotros para todo lado como si fuera un perrito fiel.
Un día que necesitábamos comprar ropa para diciembre debimos ir al pueblo a vender dos de ellos por los que nos dieron buena plata.
Nos alcanzó para comprar buena ropa. Ya nos quedaron solamente 3 de los pollos que seguimos protegiendo y alimentando, ya estaban grandes y un Dia domingo mi papa nos dijo “chinos vayan me traen el pollo más grande para el sancocho” empezamos a pensarla grave, no podíamos permitir que mataran a ninguno de los pollos que tanto queríamos, así que decidimos esconderlos para llegar a la casa sin ellos, cuando mi papa pregunto por ellos dijimos que no aparecían por ningún lado.
Mi papa se puso bravo y los busco el mismo pero no los encontró, así fue que se salvaron, después aparecieron los tres pero ya no había celebración que pusiera en riesgo sus vidas, pasado un mes preferimos llevarlos y venderlos en la plaza de mercado para no saber cuál sería su destino.
Esto pasa cuando uno de niño se encariña con una mascota, se vuelve como de la familia y uno no quiere que le pase nada malo a su familia.
Esta fue otra de las anécdotas que nos aconteció en nuestro hermoso pueblo de Turmequé
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Los pollos fueron creciendo y se convirtieron en adultos, nos dio alegría cuando comenzaron a cantar y uno de ellos nos cogió mucha confianza y andaba con nosotros para todo lado como si fuera un perrito fiel.
Un día que necesitábamos comprar ropa para diciembre debimos ir al pueblo a vender dos de ellos por los que nos dieron buena plata.
Nos alcanzó para comprar buena ropa. Ya nos quedaron solamente 3 de los pollos que seguimos protegiendo y alimentando, ya estaban grandes y un Dia domingo mi papa nos dijo “chinos vayan me traen el pollo más grande para el sancocho” empezamos a pensarla grave, no podíamos permitir que mataran a ninguno de los pollos que tanto queríamos, así que decidimos esconderlos para llegar a la casa sin ellos, cuando mi papa pregunto por ellos dijimos que no aparecían por ningún lado.
Mi papa se puso bravo y los busco el mismo pero no los encontró, así fue que se salvaron, después aparecieron los tres pero ya no había celebración que pusiera en riesgo sus vidas, pasado un mes preferimos llevarlos y venderlos en la plaza de mercado para no saber cuál sería su destino.
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