6 datos reales de aladino que tal vez no conozcas
(o sí) pero antes vamos con el cuento.La versión
original del cuento oriental dista mucho del relato simplificado y edulcorado
que ha llegado hasta nosotros a través del cine y la literatura moderna
Edad Media,
la historia de Aladino y la lámpara maravillosa es sin duda uno de los relatos más conocidos de la literatura oriental.
Pero la película animada de Disney estrenada en 1992 y el remake con actores de carne y hueso estrenada recientemente han contribuido a oscurecer detalles de la narración original y han modificado la historia hasta el punto de convertirla en un cuento sustancialmente diferente del que llegó a Europa allá por el siglo XVIII,
(más abajo continuamos con el análisis).
El Cuento
Aladino y la Lámpara
Maravillosa
Érase una vez un muchacho llamado Aladino que vivía en el lejano Oriente con su madre, en una casa sencilla y humilde. Tenían lo justo para vivir, así que cada día, Aladino recorría el centro de la ciudad en busca de algún alimento que llevarse a la boca.
En una ocasión paseaba entre los puestos de fruta del mercado, cuando se cruzó con un hombre muy extraño con pinta de extranjero. Aladino se quedó sorprendido al escuchar que le llamaba por su nombre.
– ¿Tú eres
Aladino, el hijo del sastre, verdad?
– Sí, y es
cierto que mi padre era sastre, pero… ¿Quién es usted?
– ¡Soy tu
tío! No me reconoces porque hace muchos años que no vengo por aquí. Veo que
llevas ropas muy viejas y me apena verte tan flaco. Imagino que en tu casa no
sobra el dinero…
Aladino bajó
la cabeza un poco avergonzado. Parecía un mendigo y su cara morena estaba tan
huesuda que le hacía parecer mucho mayor.
– Yo te
ayudaré, pero a cambio necesito que me hagas un favor. Ven conmigo y si haces
lo que te indique, te daré una moneda de plata.
A Aladino le sorprendió la oferta de ese desconocido, pero como no tenía nada que perder, le acompañó hasta una zona apartada del bosque. Una vez allí, se pararon frente a una cueva escondida en la montaña. La entrada era muy estrecha.
– Aladino,
yo soy demasiado grande y no quepo por el agujero. Entra tú y tráeme una
lámpara de aceite muy antigua que verás
al fondo del pasadizo. No quiero que toques nada más, sólo la lámpara
¿Entendido?
Aladino dijo
sí con la cabeza y penetró en un largo corredor bajo tierra que terminaba en
una gran sala con paredes de piedra. Cuando accedió a ella, se quedó asombrado.
Efectivamente, vio la vieja lámpara encendida, pero eso no era todo: la tenue
luz le permitió distinguir cientos de joyas, monedas y piedras preciosas, amontonadas
en el suelo ¡Jamás había visto tanta
riqueza!
Se dio prisa
en coger la lámpara, pero no pudo evitar
llenarse los bolsillos todo lo que pudo de algunos de esos tesoros que
encontró. Lo que más le gustó, fue un ostentoso y brillante anillo que se puso
en el dedo índice.
– ¡Qué
anillo tan bonito! ¡Y encaja perfectamente en mi dedo!
Volvió hacia
la entrada y al asomar la cabeza por el orificio, el hombre le dijo:
– Dame la
lámpara, Aladino.
– Te la
daré, pero antes déjame salir de aquí.
– ¡Te he
dicho que primero quiero que me des la lámpara!
– ¡No, no pienso hacerlo!
El
extranjero se enfureció tanto que tapó la entrada con una gran losa de piedra,
dejando al chico encerrado en el húmedo y oscuro pasadizo subterráneo.
¿Qué podía
hacer ahora? ¿Cómo salir de ahí con vida?…
Recorrió el
lugar con la mirada tratando de encontrar una solución. Estaba absorto en sus
pensamientos cuando, sin querer, acarició el anillo y de él salió un genio
¡Aladino casi se muere del susto!
– ¿Qué
deseas, mi amo? Pídeme lo que quieras que te lo concederé.
El chico,
con los ojos llenos de lágrimas, le dijo:
– Oh, bueno… Yo sólo quiero regresar a mi casa.
En cuanto
pronunció estas palabras, como por arte de magia apareció en su hogar. Su madre le recibió con
un gran abrazo. Con unos nervios que le temblaba todo el cuerpo, intentó
contarle a la buena mujer todo lo
sucedido. Después, más tranquilo, cogió un paño de algodón para limpiar la
sucia y vieja lámpara de aceite. En cuanto la frotó, otro genio salió de ella.
– Estoy aquí
para concederle un deseo, señor.
Aladino y su
madre se miraron estupefactos ¡Dos genios en un día era mucho más de lo que uno
podía esperar! El muchacho se lanzó a pedir lo que más le apetecía en ese
momento.
– ¡Estamos
deseando comer! ¿Qué tal alguna cosa rica para saciar toda el hambre acumulada
durante años?
Acto
seguido, la vieja mesa de madera del comedor se llenó de deliciosos manjares
que en su vida habían probado. Sin duda, disfrutaron de la mejor comida que
podían imaginar. Pero eso no acabó ahí porque, a partir de entonces y gracias a
la lámpara que ahora estaba en su poder, Aladino y su madre vivieron
cómodamente; todo lo que necesitaban podían pedírselo al genio. Procuraban no
abusar de él y se limitaban a solicitar lo justo para vivir sin estrecheces,
pero no volvió a faltarles de nada.
Un día, en
uno de sus paseos matutinos, Aladino vio pasar, subida en una litera, a una
mujer bellísima de la que se enamoró instantáneamente. Era la hija del sultán.
Regresó a casa y como no podía dejar de pensar en ella, le dijo a su madre que
tenía que hacer todo lo posible para que fuera su esposa.
¡Esta vez sí
tendría que abusar un poco de la generosidad del genio para llevar a cabo su
plan! Frotó la lámpara maravillosa y le pidió tener una vivienda lujosa con
hermosos jardines, y cómo no, ropas
adecuadas para presentarse ante el sultán, a quien quería pedir la mano de su
hija. Solicitó también un séquito de lacayos montados sobre esbeltos corceles,
que tiraran de carruajes repletos de riquezas para ofrecer al poderoso
emperador. Con todo esto se presentó ante él y tan impresionado quedó, que
aceptó que su bella y bondadosa hija fuera su esposa.
Aladino y la
princesa Halima, que así se llamaba, se casaron unas semanas después y desde el
principio, fueron muy felices. Tenían amor y vivían el uno para el otro.
Pero una
tarde, Halima vio por la casa la vieja lámpara de aceite y como no sabía nada,
se la vendió a un trapero que iba por las calles comprando cachivaches. Por
desgracia, resultó ser el hombre malvado que había encerrado a Aladino en la
cueva. Deseando vengarse, el viejo recurrió al genio de la lámpara y le ordenó,
como nuevo dueño, que todo lo que tenía Aladino, incluida su mujer, fuera
trasladado a un lugar muy lejano.
Y así fue…
Cuando el pobre Aladino regresó a su hogar, no estaba su casa, ni sus criados,
ni su esposa… Ya no tenía nada de nada.
Comenzó a llorar con desesperación y recordó que el anillo que llevaba en su dedo índice también podía ayudarle. Lo acarició y pidió al genio que le devolviera todo lo que era suyo pero, desgraciadamente, el genio del anillo no era tan poderoso como el de la lámpara.
– Mi amo, es imposible para mí concederte esa petición, pero sí puedo llevarte hasta donde está tu mujer.
Aladino aceptó y automáticamente se encontró en un lejano lugar junto a su bella Halima, que por fortuna, estaba sana y salva. Sabían que sólo había una opción: recuperar la lámpara maravillosa como fuera para poder regresar a la ciudad con todas sus posesiones.
Juntos,
idearon un nuevo plan. Pidieron al genio del anillo una dosis de veneno y
Aladino fue a esconderse. A la hora de
la cena, Halima entró sigilosamente en la cocina del malvado extranjero y lo echó en el vino sin que éste se diera
cuenta. En cuanto se sirvió una copa y mojó sus labios, cayó dormido en un
sueño que, tal como les había prometido
el genio, duraría cientos de años.
Aladino y
Halima se abrazaron y corrieron a recuperar su lámpara. Fue entonces cuando le
contó a su mujer toda la historia y el poder que la lámpara de aceite tenía.
– Y ahora
que ya lo sabes todo, querida, volvamos a nuestro hogar.
Frotó la
lámpara y como siempre, salió el gran genio que siempre concedía todos los
deseos de su señor.
– ¿Qué
deseas esta vez, mi amo?
– ¡Hoy me
alegro más que nunca de verte! ¡Llévanos a casa, viejo amigo! – dijo Aladino
riendo de felicidad.
¡Y así fue!
Halima y Aladino regresaron, y con
ellos, todo lo que el viejo les había robado. A partir de entonces, guardaron
la lámpara maravillosa a buen recaudo y continuaron siendo tan felices como lo
habían sido hasta entonces.
FIN…
6 DATOS REALES DE ALADINO QUE TAL VEZ NO CONOZCAS (O SÍ)
Aquí van
algunos detalles habitualmente
desconocidos de la obra original.
La historia
es un cuento de Las mil y una Noches...
Aladino y la lámpara maravillosa pertenece a Las mil y una noches, una célebre recopilación medieval en lengua árabe de cuentos tradicionales recogidos por escrito a partir del siglo IX. El título pretendía, en principio, indicar que se trataba de un gran número de historias hiladas a través del relato de Sherazade, la esposa del sultán que deja incompleta una historia al alba para reanudarla a la noche siguiente.
Los relatos fueron añadiéndose a lo largo de los siglos hasta
hacer coincidir el número de noches con el título. El rango geográfico de las
historias es muy amplio y abarca tradiciones orales de la India y de China
hasta Egipto o Turquía. La primera versión europea, del francés Antoine
Galland, en el siglo XVIII, se hizo a partir de la traducción de un manuscrito
sirio de cuatro volúmenes y fue un éxito de ventas inmediato.
Pero el
relato fue añadido en Francia
Los cuentos de Las mil y una noches fueron agregados de manera desordenada a la compilación árabe entre los siglos IX y XVI. El número y los títulos integrados en cada versión varía mucho según la recopilación que se consulte. Pero los relatos más conocidos en occidente, Simbad el marino, Alí Babá y los cuarenta ladrones o Aladino y la lámpara maravillosa, son adiciones mucho más recientes al corpus original. Aladino, concretamente, no aparecía en ninguna versión hasta que Galland la incluyó en su edición.
Al parecer, el traductor conoció la historia
a través de un cristiano sirio, que le explicó éste y quince cuentos más (entre
ellos también el de Alí Babá), que el francés incorporó al último volumen de su
edición.
Aladino era
de China
En el relato clásico podemos leer que "en una ciudad entre las ciudades de la China" había un sastre pobre cuyo hijo Aladino, "era un niño mal educado y que desde su infancia resultó un galopín muy enfadoso", según la deliciosa traducción clásica al castellano realizada por Vicente Blasco Ibáñez.
El joven era un verdadero tarambana que, literalmente, mató a disgustos a su
padre porque no quería atender la sastrería familiar y se dedicaba a
vagabundear por las calles y zocos de su barrio acompañado de los "pillastres"
de su especie.
Vive con su
madre y su nombre significa "Gloria de Alá"
Si bien el relato explica que se quedó sin padre siendo adolescente, Aladino no estaba sólo: tenía una madre que lo quería tanto que le perdonaba su disoluta vida. Nunca le faltaba un plato de comida en la mesa porque ella, sacrificada como sólo puede serlo una madre, trabajaba día y noche para ganar los pocos dinares que su hijo gastaba de manera inconsciente.
A pesar de ser un crápula, Aladino
tenía un piadoso nombre: según el propio cuento deriva en árabe Alá al-Din,
Altura o Gloria de Alá.
No tiene un
genio a su servicio, sino dos
Y no sólo eso, tampoco tiene límites de deseos que puede pedir. El primer genio que aparece en el cuento original es un espíritu "semejante a un negro embetunado, con una cabeza como un caldero, y una cara espantosa, y unos ojos rojos, enormes y llameantes" y sale de un anillo.
El segundo es
propiamente el genio de la lámpara del título, tan feo que cuando lo vio, la
madre de Aladino no pudo soportar tener a la vista "una cara tan repulsiva
y espantosa como aquella, y cayó desmayada". Y ninguno tenía la piel azul.
Aladino debe
combatir contra tres villanos
La pobre Sherazade debe alargar como sea la narración para no perder la vida. Así se entiende que la historia de Aladino sea muy larga y que la versión que ha llegado hasta nosotros esté muy simplificada. En el relato original, el protagonista se enfrenta a tres enemigos.
El primero, un malvado mago magrebí que lo engaña para que vaya a buscar una lámpara de aceite y se la entregue. Pero Aladino se queda con ella, con un anillo y, lo más importante, con los genios que contienen ambos objetos. Gracias a ellos, consigue casarse con la hija del sultán imponiéndose al hijo de su segundo adversario, el gran visir.
Después de unos años de felicidad conyugal, otra vez debe enfrentarse a su
primer rival, que regresa para apoderarse de la lámpara pero acaba muriendo víctima
del ingenio (y los genios) de Aladino. Por último el hermano del taimado brujo
africano fallecido se traslada hasta China para obtener venganza, pero también
acaba siendo víctima de Aladino y sus mágicos siervos. Por fin, el futuro
sultán y su esposa pueden vivir felices gobernando su reino con rectitud.
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