El Oso Dormilón y el Siervo
Una madrugada de verano fui arrancado del estudio de mis plantas por el aullido de una jauría de perros de caza que atronaban el monte, muy cerca de casa.Mi tentación fue grande, pues yo sabía que los perros del monte no aúllan sino cuando han visto ya la bestia que persiguen al rastro.
Durante largo rato logre contenerme. Al fin no pude más, y machete en mano, me lance tras el latir de la jauría. En un instante estuve al lado de los perros, que trataban en vano de trepar a un árbol.