EL ECO Y EL NIÑO
1. Un niño llamado Enrique estaba jugando en el campo cerca del bosque.
De repente gritó :
«¡ Hop I ¡ hop! ¡ hop !»
— ¿Quién está allí? preguntó Enrique, que nunca había oído un eco.
— ¿Quién está allí? preguntó el eco.
— ¡Vaya qué tonto! gritó Enrique con toda su voz.
— ¡Vaya qué tonto! fué la contestación que desde el bosque le dieron.
— ¡Vaya qué tonto! fué la contestación que desde el bosque le dieron.
2. Enrique ya estaba enojado y gritó muchas cosas feas, y la voz que salía del bosque las repitió una por una.
Enrique se puso muy enfadado, y no pudiendo saber quien hablaba en el bosque, regresó a su casa y contó a su padre que un muchacho que andaba en el bosque le había dicho cosas muy feas.
3. ¡Ah! Enrique, no has oído sino el eco de tus propias palabras; esas cosas feas salieron primero de tus labios.
Si hubieras pronunciado palabras cariñosas, habrías recibido, en cambio, palabras cariñosas.
Recuerda siempre que las dulces palabras traen consigo dulces ecos.
ZAIWILL1-ABAD1E
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