Kalimán, Los Piratas del Espacio - Capítulo 147
Después de encontrar a
Kásmar en los calabozos, el hombre increíble le ofrece su respaldo si le ayuda
a derrotar a la organización criminal. A su vez, en la superficie, ocurren
varias explosiones mientras Jazil reorganiza la búsqueda del héroe.
Maldito, maldito jazil. En
los oscuros calabozos, un hombre sufre su condena.
Es Kásmar, el astuto
criminal que fuera brazo derecho de Jazil y que fue condenado al calabozo
después de fracasar en varios intentos de matar a Kalimán. El criminal
permanece agotado, sufriendo el hambre y la sed.
De pronto, escucha unos
pasos que se acercan y, mirando a través de los barrotes de la reja, puede ver
que es un hombre quien llega hacia él.
"¿Quién es?
¡Responda! ¿Quién es?" - pregunta Kásmar, intentando identificar al
visitante.
"¿Se acuerda que prometí
de venir a verlo al calabozo?" - responde el hombre de estambul.
"¿Se acuerda de mí?
Creo que sí", celebra Kásmar. "Así será más fácil entendernos".
Trata de mirar con más
claridad hacia el hombre que permanece en el pasillo a corta distancia de la
reja. La oscuridad es casi total y hace esfuerzos por identificarlo.
"Oh, sí, sí, ya
recuerdo esa voz. ¿Es usted... el Hombre de Estambul?"
"Recuerda que engañó
a Kásmar y a todos para llegar a la isla haciéndose pasar por un agente de la
organización", burla el hombre de Estambul.
Kásmar ni siquiera puede
imaginarse que en realidad se trata de Kalimán.
"¿A qué ha venido?
¿Qué quiere de mí?", pregunta Kásmar.
"En realidad no
quiero nada de usted, Kásmar. Es usted quien necesita de mí", responde el
hombre increíble.
"¿Recuerda que te
dije que Jazil no tendría compasión de usted y que lo condenaría a muerte?
Ahora lo sabe", continúa el hombre increíble.
"Sí, ese maldito de Jazil
ordenó encerrarme en este calabozo, olvidando que fui uno de los mejores de la
organización. Es mal negocio confiar en un criminal", lamenta Kásmar.
"Usted no saldrá vivo
de aquí a menos que yo lo ayude. Soy el único que puede sacarlo de aquí, pero
para ello tiene que someterse a mis órdenes", advierte el hombre de
Estambul.
Kásmar trata de ver el
rostro del hombre que está al otro lado de la reja, intentando identificarlo
como el hombre de Estambul. Pero qué lejos está de imaginarse siquiera que es
Kalimán. Este ríe burlón y se acerca más a la reja, afirmando una rodilla en el
piso húmedo y frío del pasillo cercano al calabozo.
"Puedo ayudarlo a
salvarse, de lo contrario esta celda será su tumba", ofrece Kalimán.
Pero qué es lo que lo
impulsa a traicionar a Jazil, ¿traición? olvida nuestra charla", le
recuerda Kalimán. "Usted mismo tuvo la idea de luchar contra Jazil para
derrocarlo de la jerarquía de la organización, ¿lo recuerda?"
"Sí, sí, pero no es
tarea fácil", admite Kásmar.
"Sin duda que ha
estado escuchando las sirenas de alarma del Refugio. ¿Qué sucedió allá
afuera?", pregunta Kalimán.
"Hubo una explosión e
incendio en una de las bodegas del Refugio. Jazil y sus guardias están buscando
al responsable", responde Kásmar.
"No lo encontrará.
¿Verdad? ¿Fue usted quien provocó esa explosión?", indaga Kalimán.
"Exactamente. Planeo
destruir el refugio y luego capturar a Jazil. Sus días de libertad están
contados", revela Kásmar.
"Le propongo que se
una a mí para acabar con el imperio de terror y muerte que Jazil ha
establecido. Por supuesto, está en su pleno derecho de rechazar o aceptar mi
propuesta", ofrece Kalimán.
"Destruir a Jazil,
sí, y no solo eso, sino arrasar para siempre a la organización del Triángulo
Verde, entregar a todos los responsables a las autoridades de los países donde
han cometido fechorías, exterminar a todos los terroristas, devolver el
cuantioso botín que Jil ha reunido...", enumera Kásmar.
"Y tal vez logre
obtener una condena menos dura si coopera conmigo en la lucha contra Jazil",
sugiere Kalimán.
"Pero si colabora,
intercederé por usted ante las autoridades alegando que ayudó a la destrucción
de la organización, y tal vez consiga una condena menos dura para usted",
promete Kalimán.
"Perfectamente
significa que terminaré mis días en otro calabozo. Lo sé. No lo aceptaré
jamás", responde Kásmar.
"Si se entrega a las
autoridades, al menos tendrá esperanza de terminar su condena y tal vez pueda
disfrutar algunos años de libertad y tranquilidad. Pero usted sabe que de
quedarse aquí solo le espera la muerte", insiste Kalimán.
"Pero usted también
irá a dar a la cárcel como agente de la organización, tendrá que entregarse
también", argumenta Kásmar.
"Se equivoca, Kásmar.
Yo jamás he sido agente de la organización. En realidad, los engañé a todos,
inclusive a usted", revela Kalimán.
"¿Quién es usted
entonces?", pregunta Kásmar, sorprendido.
"Voy a mostrarle mi
rostro y tal vez me identifique", responde Kalimán, sacando una caja de
fósforos de su bolsillo.
Enciende uno y lo acerca a
su rostro para que Kásmar lo vea a la luz de este fósforo.
"Bien, regresaré al
cabo de ese plazo para conocer su decisión", concluye Kalimán, antes de
desaparecer en las sombras del pasillo.
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