Fábula El Muchacho y el Viento:
Justicia y Aprendizajes en la Vida
Descubre
la fábula "El Muchacho y el Viento", una historia con valores sobre
la justicia y las consecuencias de la avaricia.
En la fábula "El
Muchacho y el Viento", Néstor Yaya Garzón nos enseña que la justicia
siempre prevalece, aunque a veces tarde en llegar.
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Déjame un comentario al final. ❤
El
Muchacho y el Viento.
Érase una vez una pobre viuda muy viejecita, que
tenía un muchacho honesto, bueno y trabajador que cada semana se encargaba de
ir al mercado para que no tuviera que hacerlo su pobre y querida madre.
Para ayudar a su pobre madre el muchacho iba todos los días
al mercado a comprar los alimentos que ella cocinaba.
Un día como lo hacía de costumbre el muchacho
entro al mercado. Más ocurrió que al salir del mercado llego soplando con mucha
fuerza el viento y le arrebato las provisiones y se las llevo volando
desaparecieron rápidamente.
La
historia del mantel, el carnero y el bastón
El muchacho pensó que se trataba de un accidente por lo que no
le prestó mucha atención y con el poco dinero que le quedaba entro de nuevo en el
mercado y compro nuevamente las provisiones, pero al salir del mercado el viento soplo fuerte mente volvió y
se las arrebato el muchacho molesto entro nuevamente y compro las provisiones por tercera vez.
Al salir del mercado el viento igual que en la primera y segunda vez volvió y se las arrebato asta que las provisiones desaparecieron.
El muchacho ya sin dinero y arto ya de esta situación frustrado y llorando, entonces muy
furioso decidió averiguar dónde quedaba la casa del viento y cundo se enteró decidió
irse a visitarlo y exigirle que le devolviera las provisiones que le había
arrebatado en salida del mercado.
Por un largo camino y después de caminar muchas
horas muy cansado, se propuso preguntar la ubicación de la casa del viento.
Llego a casa donde vivía
el viento, ¡y exclamo con furia y con voz muy enérgica: buenos días señor viento pero no escucho ninguna respuesta, repitió por segunda vez: buenos días señor viento¡ luego se escucho al viento que tenía una voz muy fuerte también y algo ronca le dijo:
– ¿Qué deseas muchacho?
El muchacho
le responde muy enfadado, Solo quería rogarte que fueras bueno conmigo y me
devolvieras las provisiones que me quitaste a la puerta del mercado, pues sabrás
somos muy pobres y con mi madre no tenemos nada mas que comer.
El viento se
sintió un poco avergonzado.
–
Lo siento muchacho, aunque tienes razón…
¡A veces me cuesta controlar la fuerza! Te prometo que yo no tengo tu comida y me es imposible
devolvértela.
- No tengo tus provisiones.
– Le dijo el viento al muchacho,
pero ya que sois tan pobres te regalare un mantel.
– ¿Un
mantel? ¡Pero si los manteles no se comen!
– ¡Ja, ja,
ja! Tranquilo, este es un mantel mágico; cuando quieras comer solo tienes que
decirle: “Mantel, sírveme ricos manjares que estoy hambriento”
¡Te aseguro que es muy obediente! y de inmediato te traerá cuanta comida
desees, "con solo decirle Mantel, Mantel extiéndete y sírveme toda
clase de manjares"
El mantel se extenderá y sobre el tendrás toda
suerte de exquisitos manjares.
El muchacho aceptó las disculpas y quedo muy agradecido con el señor viento y se fue con el mantel bajo el brazo y como todavía
tenía por delante un largo camino de vuelta a casa, fue así que paró en una posada
para pasar la noche.
Decidió entrar en la posada muy
cerca de allí para pasar la noche, y decidió comprobar lo dicho por el señor viento y ordeno “Mantel mantel,
sírveme ricos manjares que estoy hambriento”
- Al instante cumplió lo que pedía el muchacho y lo
que le prometió el señor viento, apareciendo de inmediato los más deliciosos manjares en la mesa.
¡Qué
maravilla! Sobre el mantel aparecieron varios platos a cada cual más delicioso:
asado de carne, legumbres con verduras,
salmón braseado y tortitas de maíz con chocolate caliente,
que el muchacho devoro con rapidez.
¡El muchacho
se puso las botas y no dejó ni las migas! Se acostó con el buche lleno y se
quedó profundamente dormido. Pero no se dio cuenta de que había dejado la
puerta del cuarto entreabierta y el posadero lo había visto todo desde el
pasillo.
Y todos los que se encontraban allí quedaron
maravillados sobre todo el posadero o administrador de la posada.
– Ese mantel
tiene que ser mío… ¡Ahora mismo voy a dar el cambiazo! así que cuando el muchacho se quedó dormido, entro con sigilo
el posadero y con mucho sigilo cogió el mantel y a cambio le dejo un mantel muy
similar.
Sin percatarse, al día siguiente el muchacho marcho a casa muy
contento a contarle a su madre las excelencias del mantel que el señor viento le habia regalado, pero la madre del
muchacho no creyó que este mantel hiciera tal maravilla pero cuando el
muchacho le pidió que se extendiera y le diera su comida, naturalmente nada
sucedió la madre dice.
– Corazón
mío ¿te has vuelto loco?… ¡Estás
hablando con un mantel!
El muchacho
no entendía dónde estaba el fallo ¡¿Cómo
era posible que el mantel mágico no funcionara si la noche anterior lo había
hecho perfectamente?!
Cuento
Con Valores Para Niños.
Así que el muchacho muy enfadado pensó que el
viento se mofaba con él y decidió volver a casa del viento y cuando llego
cansado al cabo de muchas horas de camino le dijo al viento: que ese mantel era
falso porque el mantel solo le dio una comida y después ya no serbia para nada, el viento le dijo lo siento muchacho, pero ese mantel no es falso
– El viento dice: tranquilízate, amigo, todo tiene solución. No sé qué ha podido suceder, pero te
haré otro regalo aún mejor para que se te pase el disgusto muchacho, pero ya
que no tengo tus provisiones, ten, este carnero
es para ti. Pues te diré que además de bonito es mágico, que da monedas de oro solo
con que le digas. Carnero, Carnero dame dinero.
Y muy contento el muchacho se despidió del viento
luego se marchó y como ya era de noche y no podía regresar a su casa, se fue a
pasar la noche a la misma posada que la vez anterior.
Antes de pedir nada puso a prueba lo que el viento
le había dicho, respecto al carnero y le grito
carnero,
carnero,
dame
dinero,
y vio que el viento no le había engañado y al memento del carnero
aparecieron muchas monedas de oro.
Pero el codicioso posadero estaba al asecho.
Pero el codicioso posadero también sintió deseos de
poseer el carnero mágico, y espero a que el chico estuviera dormido y se lo
cambio por otro carnero similar pero que por supuesto no daba monedas de oro.
A la mañana siguiente partió el muchacho hacia su
casa y tan pronto llego a su casa quiso mostrar a su madre lo que hacía el
carnero, así que le dijo:
carnero,
carnero
dame dinero,
pero el animal no le
hizo caso alguno y no salió ninguna moneda de oro, ningún dinero.
El muchacho pensó que nuevamente el viento le había
entregado un carnero falso y ni corto ni perezoso, y como siempre después de
recorrer un polvoriento y largo camino, el muchacho llego a casa del viento y le dijo:
ese
carnero no tiene ningún valor y que estaba decepcionado!
el carnero si tiene valor pero no se que esta sucediendo. Bien dijo el viento a excepción de ese bastón que
ves hay, no tengo otra cosa que darte, pero si le dices al bastón ¡Pega, bastón!
¡baston Pega!, empezara a pegar hasta que le órdenes párate bastón, párate bastón, para que el bastón deje de pegar.
Como el camino era tan largo y de costumbre ya se hacía
de noche para regresar a casa nuevamente entro a pasar la noche en la misma
posada de las dos noches anteriores.
Llegó a la
posada para hospedarse durante la noche, y al ver la cara de
felicidad que puso el posadero, cuando lo vio entrar a el, se dio cuenta de todo lo que
había sucedido.
– “¡Claro,
ya lo entiendo! Este tipo fue quien me robó los dos regalos y por eso se alegra
tanto de verme de nuevo¡ Se va a enterar el muy listo de lo que tengo preparado!”
Pero como el muchacho ya había empezado a sospechar del posadero, se
fue a la habitación, dejó la puerta entre abierta, el bastón junto a la almohada y se acostó cerro los
ojos y fingió roncar para que el posadero pensara que estaba profundamente
dormido.
Pasados unos minutos, el posadero cuidadosamente entró, cogió el
bastón y justo cuando iba a salir, el muchacho gritó con voz enérgica:
– ¡Pega, bastón!
-¡bastón pega!
El bastón cobró vida repentinamente y comenzó a darle
golpes en las piernas al posadero, que huyó despavorido por las escaleras pero de
nada le sirvió, porque el bastón le persiguió y sin piedad le seguía golpeando
por todas parte de su cuerpo.
La
Justicia Tarde o Temprano Vera La Luz.
– ¡Ay, ay, qué dolor!
¡Por favor dile que pare.
Me
está destrozando los huesos!
le suplicaba el posadero.
– Cuando el muchacho juzgo que el posadero había
recibido su merecido, propuso al posadero lo siguiente!
– ¡Le diré que pare solo si me devuelves el
mantel y el carnero: maldito ladrón de pacotilla!
– ¡Ay sí, sí! ¡Tienes mi palabra!
El joven vociferó:
– ¡Párate, bastón! ¡bastón para!
El palo regresó a su mano derecha como si fuera un
halcón amaestrado y el posadero adolorido y muy a regañadientes, entregó el mantel y el
carnero a su verdadero dueño.
A la mañana del día siguiente, el muchacho regresó
a su casa feliz y no con uno, sino con tres valiosísimos regalos que el señor viento
le había entregado:
1 Un mantel para tener deliciosos manjares en
cualquier momento.
2 Un carnero que le daría monedas de oro cuando se
las pidiera.
3 Y un bastón obediente y de armas tomar que le defendería por el
resto de su vida.
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Al posadero le pudo más la ambición y recibió un merecido castigo y finalmente se quedó sin nada.
La Justicia Tarde o Temprano Vera La Luz. El Muchacho y el Viento, Néstor Yaya Garzón.
A partir de ese día, él muchacho y su madre fueron muy
dichosos gracias al generoso viento que, aunque a veces soplaba con demasiada
fuerza, sabía cómo disculparse y compensar sus meteduras de pata.
Así sucede en la vida real, quien roba cree que a conseguido mucha fortuna y al final se da cuenta que nada de lo que robo existe y a cambio si está recibiendo una prolongada condena.
Pero después de esto hay muchos que no aprenden la lección y siguen haciendo lo mismo robarle las pertenencias a los demás.
A través de esta historia, se resalta cómo el muchacho descubre que lo que parecía un acto malintencionado del viento, fue en realidad una lección llena de aprendizajes y recompensas.
La justicia tarde o temprano llega.
En este cuento se resalta el valor de la justicia.
El muchacho pensó que el viento era malo, pero descubrió que lo que le hizo fue solo por jugar.