sábado, 21 de febrero de 2015

La Caza de La Perdiz- Cuentos Historias y Anécdotas

La Caza de La Perdiz- Cuentos Historias y Anécdotas

Después de medio día era la hora perfecta para ir a la caza de la perdiz porque el sol intenso hacia que ella se refugiara en los pajonales y no nos podía detectar, podíamos pasar toda la tarde cazando predices, en mi vereda la población de perdices era grande ya que el medio se prestaba para que vivieran. 

Nuestro perro Toni se podía decir que era un cazador con pedigrí ya que si madre Catina también era buena cazadora.


La perdiz es un ave un poco más pequeña que una paloma o Zuro que conocemos por aquí en mi tierra, sus plumas son café con pintas blancas y negras, no es buena voladora pero si muy hábil para caminar. Vive en los pajonales donde se oculta fácilmente de los depredadores.

En la finca donde yo me crie había muchas de estas aves, y se asentaban especialmente donde había cultivos de arveja. Mientras los demás campesinos se dedicaban a cazar pichonas o abuelitas con escopetas de perdigones, nosotros con mi hermano preferíamos cazar perdices. Lo hacíamos preferiblemente los domingos, después de almorzar nos íbamos con nuestro perro Toni al que nosotros mismos amaestramos en la cacería poniéndolo a buscar grillos en pequeños morros de pasto y cuando los encontraba lo premiábamos dándole un pedazo de arepa de queso que hacia mi papa.

Después de escuchar el canto particular que según mi papa, la perdiz decía “todavía estas puai?” se escuchaba en un risco cerca de la casa, ese canto creo que era avisando a las otras familias que en esa zona había suficiente comida para todas. Llegábamos al sitio y le ordenábamos a Toni “búsquelo, búsquelo” y Toni empezaba a meterse entre los pajonales, se escuchaba el sonido de su olfateo, cuando movía su cola era porque había rastro de una perdiz, nosotros debíamos seguirlo por el enmarañado.

En el momento que Toni se quedaba quieto, dejaba de mover su cola y hacia silencio era porque había atrapado una perdiz, nos tocaba agarrarlo del cuello para que soltara la presa. Había días en que podíamos llegar a la casa con 5 o 6 piezas de caza. Mi `papa la fritaba y nos dábamos un banquete con esa carne que es más deliciosa que la gallina, Toni también disfrutaba del banquete ya que era el protagonista de la jornada.

Esta labor de caza lo hacíamos más por diversión pues nos aburríamos de jugar con la pelota de trapo de siempre y sin tener más compañeritos con quienes jugar, nos tocaba inventarnos la forma de divertirnos.


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